martes, 1 de junio de 2010

CELOS


Ramón ha pensado en ir a buscar a Eva al trabajo por sorpresa. A medida que se acerca a la puerta de su trabajo le parece ver a una chica que se parece a ella, hablando con un chico. Parece cercana, distendida, relajada… A Ramón se le encoge el estómago, siente un nudo en el pecho y el corazón se acelera cuando se da cuenta de que es Eva. Apresura el paso mientras va pensando “¿Con quién está hablando? Se la ve contenta y próxima…”. Cuando Eva ve a Ramón, se acerca hacia él para darle un beso con la misma naturalidad que todos los días y con la ilusión de que la haya sorprendido yéndola a buscar al trabajo. Le presenta a su compañero, con el que entablan una pequeña y agradable conversación. Ramón se siente aliviado, el nudo se deshace, el latido del corazón vuelve a ser el normal y está contento porque ha conseguido el efecto que buscaba en Eva: ilusionarla.


¿Qué son los celos y dónde nacen?

Los celos son una reacción emocional que puede considerarse natural, si los entendemos como primera reacción física, cognitiva y en el comportamiento, ante el temor a perder a alguien a quién queremos.

Son distintos los factores que intervienen en esta emoción. Se debe considerar la importancia de la educación recibida. La adquisición de valores rígidos, de baja tolerancia hacia los derechos y comportamientos de los demás y de desconfianza facilitan la aparición de los celos. Haber crecido en un ambiente en el que el sentimiento de los celos y el comportamiento entorno a ellos estaba francamente presente, puede actuar como modelo de conducta.

Por otro lado, las experiencias que cada persona vive entorno a la relación de confianza con los demás influyen también en el desarrollo de ideas celosas. Una persona que ha sentido que otra de su confianza la traicionaba en el pasado posiblemente sea más vulnerable a sentir esta emoción.

Existen además, ciertos rasgos en la forma de ser de algunas personas que predisponen a la vivencia de los celos. La baja autoestima y la falta de confianza en uno mismo se relacionan a menudo con un pensamiento frecuentemente celoso.


Tipos de celos

Fundamentalmente convivimos con dos tipos de celos: los llamados infantiles y los celos amorosos.

Los celos infantiles son los que desarrolla el niño hacia otras personas que captan la atención de los padres viviendo este cambio en el foco de atención de los padres como una retirada de la atención hacia el mismo y, a su vez, un desplazamiento del amor que se siente hacia él. La inmadurez propia del desarrollo cognitivo en etapas iniciales le lleva a considerar que todo lo que le rodea y que hasta el momento formaba parte de él es suyo. En estos casos un manejo inadecuado de los padres puede derivar en problemas en la seguridad personal del niño y confrontaciones entre hermanos en el presente que pueden mantenerse durante la edad adulta.

Los celos amorosos se producen comúnmente cuando la persona que cela siente que es el poseedor del otro miembro de la pareja. Tal creencia le lleva a sentirse amenazado ante situaciones en las que considera que alguien intenta quitarle algo que cree que le pertenece: la atención y el amor del otro. En ocasiones, si no se delimita claramente el punto en el que dicha sensación se convierte en algo nocivo para la persona y la pareja pueden desarrollarse comportamientos que alteren negativamente la vida de ambos.


Celos positivos y celos negativos

La emoción de los celos puede ser positiva si se valora como estímulo de comportamientos competitivos que son útiles para cubrir algunas necesidades en una sociedad que además de cooperativa es competitiva, llevando a la persona hacia un mayor sentimiento de realización personal.

También pueden ser vividos como algo positivo en la pareja si consideramos que un mínimo temor a perder lo que amamos nos lleva a cuidarlo.

No obstante, cuando la persona que cela empieza a sentirse incómoda y angustiada, el pensamiento celoso permanece de manera constante, limitando la propia actuación y la del otro (ejerciendo actos de control) y alterando el sano desarrollo de la actividad cotidiana, los celos empiezan a dejar de ser adaptativos y pasan a constituir una fuente de intenso sufrimiento para la persona que los sufre y para su entorno.

Por otro lado, cuando la vivencia de los celos evoluciona hacia una convicción irrefutable, que no responde a evidencias ni razonamiento, nos encontramos ante una alteración psíquica que requiere ser evaluada por psiquiatría y psicología.


Qué hacer para evitar la vivencia de los celos negativos. Tratamiento de los celos.

La educación de la persona y sus valores son uno de los elementos básicos en la prevención de los celos negativos o nocivos. Un desarrollo personal basado en la tolerancia y el respeto hacia los derechos del otro configuran la base de una vivencia sana de los celos.

Para prevenir los celos infantiles es necesario que los padres eviten enviar a los hijos el mensaje de que son los únicos seres amados y, por el contrario, transmitir la idea de que el gran amor que se siente hacia ellos no es incompatible con el sentimiento de amor hacia las demás personas. Se transmite así, el amor basado en la inclusión y el respeto.

Entre los miembros de una pareja es recomendable que exista una delimitación al inicio de la relación acerca de lo que cada uno es capaz de tolerar en este sentido mantener una comunicación clara durante la relación, en cuanto a lo que ambos sienten, piensan, esperan y también acerca de su comportamiento con la pareja y las otras personas.

Cuando los celos se presentan de una manera tan intensa que interfieren en la cotidianidad de los miembros de la pareja se requiere el tratamiento mediante psicoterapia de pareja. Cuando existan ideas excesivamente resistentes en alguno de los miembros de la pareja que requieran una atención especial, se deberá seguir también tratamiento individual.

En el caso mencionado en el que el sentimiento de los celos no responde al razonamiento y las evidencias es necesario el tratamiento farmacológico.


Conclusión

Los celos son una de las emociones que experimentamos las personas ante el temor a perder algo o alguien que amamos. Bien resueltos pueden representar un estímulo para mejorar el comportamiento que dirigimos hacia las metas que nos proponemos conseguir, en el ámbito personal, amoroso, académico o laboral y social.

Algunos valores personales, experiencias vividas o formas de razonar facilitan la aparición de los celos que vivimos negativamente porque lejos de estimular nuestra evolución personal, la obstaculizan. No obstante, disponemos de tratamientos psicológicos que promueven cambios en estos componentes de una forma eficaz favoreciendo la vivencia sana y positiva de los celos.


Para más información:
CENTRO ITAE
T 902 100 006

9 comentarios:

  1. Entiendo muy bien lo que se sufre al convivir con alguien celoso, mi marido. Si hablo con algún vecino o me llama algún compañero de trabajo, inmediatamente le cambia la cara, se pone tenso y deja de hablarme. Le he dicho infinidad de veces que vayamos a un psicólogo para que nos ayuden, ya sea con terapia de pareja o con tratamiento individualizado, ya que creo que la base de los celos, en el caso de mi marido, es una gran inseguridad en si mismo.

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  2. Laia, tienes mucha razón, los celos patológicos están muy habitualmente enraizados en la inseguridad de la persona que los sufre. Es cierto así mismo que este tipo de dificultades se abordan con más eficacia a manos de un profesional que ayude a brindar de objetividad la percepción sesgada de la persona que sufre los celos.

    ¡Ánimos y gracias por tu aportación!

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  3. Pues yo entiendo perfectamente al marido de Laia.
    Yo misma he sido durante muchos años muy celosa. Ahora lo puedo reconocer, pero me costó mucho al principio, pues pensaba que sentir celos era una muestra de amor, y por tanto algo normal en las parejas.
    Sin embargo, cuando la situación empezó a empeorar, pues interpretaba erróneamente las actuaciones de mi pareja, decidí iniciar una terapia que me fue muy útil.
    Mi psicòloga me ayudó a detectar los errores de mis pensamientos y así pude iniciar un proceso en el que he aprendido a querer a mi marido sin necesidad de desconfiar ni sentir celos.

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  4. Los celos son muy malos. Mi marido era celosísimo, hasta me ponía mala cara cuendo me ponía algo un poco escotado. Estar con el era un sinvivir, al final no sabia qué hacer porque todo lo acababa interpretando como señal de infidelidad. Me armé de valor y lo dejé. Esto último pasó unas 4 veces, porque tras cada dejada, el se ponia a suplicar, a pedir perdon y a jurar y a perjurar que cambiaría. Y he comprobado después de tantos palos que la gente no cambia, y menos si son celosos y posesivos. No se realmente hasta qué punto una terapia puede desactivar eso, pero si realmente es asi, muchos hombres deberían ir. Hoy hace ya un año que lo dejé definitivamente y puedo decir que nunca he estado mejor y deberia haberle dejado desde la primera vez que se puso celoso.

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  5. Los celos son muy malos, se pasa fatal!

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  6. Yo me enteré por los amigos que mi novia me había sido infiel. resulta que lo sabia todo el mundo menos yo. Fue humillante. Desde entonces me cuesta confiar en las tias, creo que en el fondo son peores que nosotros

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  7. Gracias por vuestros comentarios.

    Desde luego es cierto que los celos hacen sufrir, tanto para el que los recibe como para el que los sufre.

    Si después de hablar con la pareja no hay una solución satisfactoria para los dos, en efecto la terapia puede ayudar de forma eficaz a lidiar con los celos, y en algunos casos, en los que los celos se convierten en celotípia o celos patológicos, se hace vital una ayuda psicológica para poderlos encauzar.

    No dudéis en solicitar ayuda, si es necesario.

    ¡Ánimos!

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  8. Lo siento, pero NO ESTOY DE ACUERDO! Me explico: SÍ estoy de acuerdo en que los celos son negativos y acaban con cualquier relación, pero una TERAPIA DE PAREJA no ayuda siempre. Mi marido y yo fuimos a terapia porque él era muy celoso y discutíamos día y noche por este tema. Pues bien, la conclusión final de la terapeuta es que estábamos mejor separados!!!

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  9. Apreciada Mónica.

    El objetivo de cualquier terapia es promover cambios, es decir que la situación que trae a la persona o personas a tratarse cambie.

    En las terapias de pareja ocurre lo mismo, aunque a veces esos cambios resulten en una separación. El objetivo es que los dos miembros de la pareja se puedan sentir mejor, y en ocasiones, las parejas pueden reestablecerse y en otras no.

    Si quisieras comentarnos alguna otra cosa, por favor, no dudes en exponerla o contactar con nosotros por las vías que consideres (902 100 006; www.centreitae.com; info@centreitae.com).

    ¡Ánimos!

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