En estas
circunstancias, la persona, además de lidiar con la situación “original” generadora
de malestar, debe afrontar, aceptar y tolerar que ese amigo o amiga no la ha
llamado lo suficiente, no ha venido a casa, no se ha ofrecido a recoger a los
niños del colegio, no le ha prestado el dinero que necesitaba en ese momento,
etc. Es una situación dolorosa que genera frustración, decepción, tristeza, y
rabia, y en muchos casos incluso puede acabar con la relación de amistad.
¿Qué hacer
si estás en esa situación? ¿Cómo gestionar una situación dónde, además de estar
sufriendo por el “momento difícil” en el que te encuentras inmerso, debes
manejar una conflicto con una amistad que no ha estado “a la altura”? El primer
paso es hacer un ejercicio de introspección, es decir,
reflexionar sobre cómo hemos informado a nuestros amigos de lo acontecido.
¿Tienen toda la información? ¿Saben cómo me siento? ¿Lo he expresado abiertamente?
Si la respuesta es “no”, quizás ese es el primer paso a dar, ya que no podemos
reprocharle a alguien su falta de apoyo, si no le hemos informado de qué
emociones siento. Si la respuesta es sí, es decir, has informado de lo ocurrido
y de cómo te sientes, pero aún así, no has recibido apoyo o no el que
esperabas, es un buen momento para volverte a preguntar qué necesitas y valorar
si lo que “pides” como apoyo es realista o no. Por ejemplo, una amiga en paro
difícilmente podrá apoyarte económicamente, o un amigo que trabaja los fines de
semana, no podrá ir a tu casa para hacerte compañía esos días.
Realizados
estos pasos, es decir, si has informado a tus amigos de lo ocurrido, y valoras
que tus expectativas son muy realistas, pero aún así crees que tus amigos no te
están apoyando, de nuevo, la mejor opción es informar. ¿De qué? Pues
informar al otro de lo que esperabas de él y lo que realmente has
recibido, expresando en todo momento qué emociones te ha hecho sentir su
comportamiento, así como propuestas para futuras ocasiones, informando de cómo
te gustaría que fuera su apoyo de ahora en adelante.
Llegados a
este punto, parece que está solucionado el tema, pero no siempre es así, ya que
se pueden dar varias opciones: que ese amigo, independientemente de lo que le
haga sentir tu comentario (rabia, culpa, frustración, etc.), te haga caso y
ponga en práctica tus peticiones, o que no las lleve a cabo, sea por falta de
voluntad (“no quiero”) o por falta de habilidades (“no se”, “no puedo”). Es el
momento de valorar hacia qué camino dirigirte, evaluar qué opción es la sientes
más adecuada: cortar con la amistad porque no puede ofrecerte el apoyo
que necesitas y ello te hace sentir enfadado o frustrado, o por el contrario,
continuar con esa relación, ya que el cariño que te da esa persona y lo que
aporta a tu vida es más potente que el hecho de no haber estado “a la altura”
en uno de los momentos más difíciles de tu vida, siendo esta opción tan válida como otra
cualquiera.
En
definitiva, cada vínculo de amistad es especial, y las normas que lo rigen las
hacen y deshacen las personas que lo forman. Así que, no hay una norma
universal en estas situaciones, es una simple cuestión de calibrar en
una balanza pros y contras, lo que te aporta y lo que te falta en esa relación,
y en consecuencia decidir. ¿Y cómo decidir? ¿Cómo valorar esa balanza? Escuchar
a tu cuerpo, sentir las emociones que se manifiestan en esos momentos, suele
ser una buena guía. Por otra parte, también es importante identificar las
creencias inculcadas, los convencionalismos, los años de amistad, las costumbres,
la pertenencia a un grupo, el miedo a no encontrar nuevas amistades o la
insatisfacción perder el contacto con esa persona a la que aprecio a pesar de
todo, etc.
Cuentanos tu experiencia...
¿En los momentos difíciles que hayas pasado, te ha sorprendido la reacción de algun amigo?
¿Cómo ha influenciado al amistad?
Para
más información:
CENTRO ITAE
T 902 100 006
E info@centreitae.com
W http://www.centreitae.com
CENTRO ITAE
T 902 100 006
E info@centreitae.com
W http://www.centreitae.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario