miércoles, 12 de noviembre de 2014

Nuevo país – ¿nueva suerte? – los riesgos de la migración



La actualidad nos presenta un panorama donde la globalización y la demanda del mercado laboral han introducido un nuevo factor que muchos individuos se plantean como una posibilidad muy atractiva: la migración.
En todo caso, el fenómeno de la migración afecta la estabilidad emocional y la identidad del individuo. Esto no solamente es aplicable a la generación que realiza el cambio, sino que también es extensible a sus hijos y nietos,  y a sus padres, que se ven directamente o indirectamente implicados en este proceso. Desde una perspectiva psicológica vemos la  migración como un proceso de adaptación que incluye cambio y duelo. De duelo, por las pérdidas que representa y de cambio, porque quien emigra tendrá que incorporar a su mochila infinidad de novedades vinculantes (culturales, sociales, laborales, geográficas, etc.). De hecho, la pérdida del ambiente no humano y de los objetos materiales es tan importante como la pérdida de la presencia de las personas queridas: lugares conocidos, sueños, olores, colores, sabores, códigos compartidos, idioma, cultura, mitos…
Entre estos emigrantes encontraremos aquellos quién, por su estructura mental, serán capaces de tolerar el sufrimiento de este duelo por el cambio, y elaborarlo hasta donde esto sea posible. Es decir que el cambio y el duelo resulten más llevaderos depende mucho de las circunstancias y de cuando la migración se realize en buenas condiciones para la persona; estas buenas condiciones implican que ésta se encuentre con un entorno que la apoya en todos los ámbitos de vida (encontrar trabajo, vivienda, red social...).

Pero también son muchos los que no podrán adaptarse fácilmente, o sólo en parte. El impacto de adaptarse a una cultura y ambiente nuevos puede hacer que los inmigrantes se sientan aislados y solos – aun cuando puedan vivir con familiares, amigos o gente nueva. A menudo no es tan fácil integrarse y relacionarse en las nuevas circunstancias. En ese caso la adaptación no tiene éxito y eso pone en peligro la salud mental de la persona desplazada, surgen diferentes problemas como melancolía, nostalgia insoportable, cuadros de depresión o ansiedad, enfermedades corporales y adicciones, entre otros.
Etapas del proceso migratorio
Hay diferentes modelos que describen ese proceso. Describiremos cuatro etapas que no todo el mundo  vive  en su totalidad pero que muchas personas describen más o menos con los mismos fenómenos: la etapa de "luna de miel", la etapa "depresiva", la etapa de "adaptación" y la etapa de rechazo de la cultura original (según Geert Hofstede).
En la primera etapa las expectativas son muy elevadas y la energía y la motivación al cambio también – luna de miel -, con la intención de mejorar las condiciones de vida, el éxito. Cuando éstas no se cumplen son fuente de  frustración y resentimiento. La segunda etapa llamada de “crisis” es una etapa depresiva que lleva incorporados varios factores: la adaptación idiomática que implica un cambio de identidad entre otras cosas, aceptar y/o desprenderse de ciertos usos del país de origen… la disminución de la imagen de sí mismo reflejada en el espejo colectivo es muy importante para el individuo. Esto ha sido señalado en la literatura como "disminución del nombre", a lo cual hay que agregar el concepto de "inestabilidad del status". Todos estos son elementos que contribuyen a la aparición de etapa de depresión reactiva. La tercera etapa se llama “adaptación lenta” en la que ponemos nuestras experiencias bajo la luz de la realidad. Descubrimos malentendidos interculturales, aceptamos paso a paso las diferencias entre las culturas – depende mucho de la cercanía entre nuestra cultura de origen y la diversidad con la cultura nueva. Esa fase pasa muchas veces casi “oculta” y muy lentamente, nos sentimos menos aislados, conocemos las costumbres del contexto y ya hemos establecido una red social. La cuarta etapa de "estabilización", significa que la vida “funciona” más o menos en las dos culturas, disfrutamos del cambio – lo podemos notar por ejemplo cuando somos capaces de ver que algo suena mal en el nuevo idioma o compartimos las costumbres del país al que hemos emigrado.
Factores que ayudan
§         El trabajo ayuda a estabilizar la autoestima
§         Una familia de origen estable y darse en cuenta de que la situación nueva tiene diferentes impactos para todos los miembros de la familia (respecto al trabajo, al papel de padres, el proceso de adaptación de los hijos, que necesitan mas apoyo que en su país de origen, etc.)
§         Contacto con grupos de emigrantes para prevenir el aislamiento y tener apoyo en diferentes cuestiones del día a día
§         Participar en los eventos culturales, invitaciones o propuestas para pasar el tiempo libre y encontrar nuevas amistades (cultura, deporte, bailar, música...)
§         Organizar bien los contactos con la familia y los amigos en el país de origen (a través del uso de todas herramientas de comunicación y también (en) planificar a largo plazo viajes y visitas
§         Tener curiosidad en el aprendizaje de las diferencias culturales


Síntomas ó dificultades en las que podría ser útil pedir ayuda profesional:
§         Sintomatología depresiva (sentirse triste, falta energía para hacer algo, insomnio...) unida al estrés crónico (prolongado y intenso)
§         Ansiedad (preocupaciones sobre la situación en el nuevo lugar pero también allí en el lugar de origen, la familia, miedo salir la casa, a participar en algún tipo de evento cultural/deportivo...)
§         Sufrir mucho el duelo por la familia, la situación de económica, la lengua, la cultura, el país (naturaleza, tiempo...)
§         Síntomas psicosomáticos (dolores musculares, cefaleas, molestias gástricas, etc.)
§         conductas regresivas en los niños así como conductas de dependencia y comportamiento sumiso, conductas de queja y protesta infantil ante situaciones de frustración y dolor. Los adultos tienen que entender estas conductas como reacción a una fuerte presión, tensión y estrés ambiental.

 
 
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