La actualidad nos presenta un panorama donde la
globalización y la demanda del mercado laboral han introducido un nuevo factor
que muchos individuos se plantean como una posibilidad muy atractiva: la
migración.
En todo caso, el fenómeno de
la migración afecta la estabilidad emocional y la identidad del individuo. Esto
no solamente es aplicable a la generación que realiza el cambio, sino que
también es extensible a sus hijos y nietos, y a sus padres, que se ven directamente o
indirectamente implicados en este proceso. Desde una perspectiva psicológica
vemos la migración como un proceso de
adaptación que incluye cambio y duelo. De duelo, por las pérdidas que
representa y de cambio, porque quien emigra tendrá que incorporar a su mochila
infinidad de novedades vinculantes (culturales, sociales, laborales,
geográficas, etc.). De hecho, la pérdida del ambiente no humano y de los
objetos materiales es tan importante como la pérdida de la presencia de las
personas queridas: lugares conocidos, sueños, olores, colores, sabores, códigos
compartidos, idioma, cultura, mitos…
Entre estos emigrantes
encontraremos aquellos quién, por su estructura mental, serán capaces de
tolerar el sufrimiento de este duelo por el cambio, y elaborarlo hasta donde
esto sea posible. Es decir que el cambio y el duelo resulten más
llevaderos depende mucho de las circunstancias y de cuando la migración se
realize en buenas condiciones para la persona; estas buenas condiciones
implican que ésta se encuentre con un entorno que la apoya en todos los ámbitos
de vida (encontrar trabajo, vivienda, red social...).
Pero también son muchos los que no podrán adaptarse fácilmente, o sólo en parte. El impacto de adaptarse a una cultura y ambiente nuevos puede hacer que los inmigrantes se sientan aislados y solos – aun cuando puedan vivir con familiares, amigos o gente nueva. A menudo no es tan fácil integrarse y relacionarse en las nuevas circunstancias. En ese caso la adaptación no tiene éxito y eso pone en peligro la salud mental de la persona desplazada, surgen diferentes problemas como melancolía, nostalgia insoportable, cuadros de depresión o ansiedad, enfermedades corporales y adicciones, entre otros.
Pero también son muchos los que no podrán adaptarse fácilmente, o sólo en parte. El impacto de adaptarse a una cultura y ambiente nuevos puede hacer que los inmigrantes se sientan aislados y solos – aun cuando puedan vivir con familiares, amigos o gente nueva. A menudo no es tan fácil integrarse y relacionarse en las nuevas circunstancias. En ese caso la adaptación no tiene éxito y eso pone en peligro la salud mental de la persona desplazada, surgen diferentes problemas como melancolía, nostalgia insoportable, cuadros de depresión o ansiedad, enfermedades corporales y adicciones, entre otros.
Etapas del
proceso migratorio
Hay diferentes modelos que
describen ese proceso. Describiremos cuatro etapas que no todo el mundo vive en
su totalidad pero que muchas personas describen más o menos con los mismos
fenómenos: la etapa de "luna de miel", la etapa "depresiva",
la etapa de "adaptación" y la etapa de rechazo de la cultura original
(según Geert Hofstede).
En la primera etapa las
expectativas son muy elevadas y la energía y la motivación al cambio también – luna de miel -, con la intención de mejorar las condiciones de vida,
el éxito. Cuando éstas no se cumplen son fuente de frustración y
resentimiento. La segunda etapa llamada de “crisis” es una etapa depresiva que lleva incorporados varios
factores: la adaptación idiomática que implica un cambio de identidad entre
otras cosas, aceptar y/o desprenderse de ciertos usos del país de origen… la
disminución de la imagen de sí mismo reflejada en el espejo colectivo es muy
importante para el individuo. Esto ha sido señalado en la literatura como
"disminución del nombre", a lo cual hay que agregar el concepto de
"inestabilidad del status". Todos estos son elementos que contribuyen
a la aparición de etapa de depresión reactiva. La tercera etapa se llama “adaptación lenta” en la que ponemos
nuestras experiencias bajo la luz de la realidad. Descubrimos malentendidos
interculturales, aceptamos paso a paso las diferencias entre las culturas –
depende mucho de la cercanía entre nuestra cultura de origen y la diversidad
con la cultura nueva. Esa fase pasa muchas veces casi “oculta” y muy
lentamente, nos sentimos menos aislados, conocemos las costumbres del contexto
y ya hemos establecido una red social. La cuarta etapa de "estabilización", significa que la vida “funciona” más o
menos en las dos culturas, disfrutamos del cambio – lo podemos notar por
ejemplo cuando somos capaces de ver que algo suena mal en el nuevo idioma o
compartimos las costumbres del país al que hemos emigrado.
Factores que ayudan
§
El trabajo ayuda a estabilizar la autoestima
§
Una familia de origen estable y darse en cuenta de que la situación nueva
tiene diferentes impactos para todos los miembros de la familia (respecto al
trabajo, al papel de padres, el proceso de adaptación de los hijos, que
necesitan mas apoyo que en su país de origen, etc.)
§
Contacto con grupos de emigrantes para prevenir el aislamiento y tener apoyo
en diferentes cuestiones del día a día
§
Participar en los eventos culturales, invitaciones o propuestas para pasar el
tiempo libre y encontrar nuevas amistades (cultura, deporte, bailar, música...)
§
Organizar bien los contactos con la familia y los amigos en el país de
origen (a través del uso de todas herramientas de comunicación y también (en)
planificar a largo plazo viajes y visitas
§
Tener curiosidad en el aprendizaje de las diferencias culturales
Síntomas ó dificultades en las
que podría ser útil pedir ayuda profesional:
§
Sintomatología depresiva (sentirse triste, falta energía para hacer algo,
insomnio...) unida al estrés crónico (prolongado y intenso)
§
Ansiedad (preocupaciones sobre la situación en el nuevo lugar pero también
allí en el lugar de origen, la familia, miedo salir la casa, a participar en
algún tipo de evento cultural/deportivo...)
§
Sufrir mucho el duelo por la familia, la situación de económica, la lengua,
la cultura, el país (naturaleza, tiempo...)
§
Síntomas
psicosomáticos (dolores musculares, cefaleas, molestias gástricas, etc.)
§
conductas regresivas en los niños así como conductas de dependencia y
comportamiento sumiso, conductas de queja y protesta infantil ante situaciones
de frustración y dolor. Los adultos tienen que entender estas conductas como
reacción a una fuerte presión, tensión y estrés ambiental.
CENTRE ITAE
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