jueves, 1 de julio de 2010

NADIE ES PERFECTO

Cristina es una chica de 25 años que acaba de licenciarse en Derecho. Siempre ha sido una hija y una estudiante ejemplar. Nunca ha dado problemas a sus padres y estos la han felicitado continuamente por ello. Los padres siempre han alentado a su hija a conseguir excelentes resultados en todos sus proyectos, los notables estaban bien, pero siempre debía esforzarse “un poco más” para conseguir el sobresaliente.

Un día, por fin, Cristina consigue un puesto en un importante despacho de abogados y se propuso demostrar su profesionalidad. Quizás sin ser consciente de ello, guiada por su autoexigencia y perfeccionismo, cada día de trabajo se convertía en un reto donde debía realizar todo el trabajo de manera excelente: retocaba una y otra vez los informes porque nunca estaban “del todo bien”, salía la última del despacho, y no solía acabar todo el trabajo por el tiempo que perdía buscando la perfección en cada tarea.

Como consecuencia a esta situación, Cristina comenzó a padecer insomnio, se levantaba con náuseas cada mañana, y en el trayecto al trabajo acudían a su mente pensamientos sobre su baja capacidad como abogada, sentimientos de inseguridad, y un terrible miedo al fracaso.


Éste es un ejemplo de cómo el perfeccionismo puede acabar generando estrés y ansiedad, sentimientos de frustración y bajo estado de ánimo.

Muchas personas intentan hacer lo mejor posible todo lo que llevan a cabo, desde actividades de ocio hasta las tareas relacionadas con el hogar, los hijos, el trabajo, los estudios, etc. Esto es positivo, ya que esta motivación supone un desarrollo y una evolución en la persona. El problema radica en cuando dicha motivación por hacer las cosas muy bien se convierte en la obsesión de hacer las cosas perfectas, de ser perfectos.

El perfeccionismo es un rasgo de personalidad que aparece gracias a la interacción de tres aspectos: un gran deseo de mejora, un afán por alcanzar metas excesivamente elevadas, y por una importante preocupación por lo que los demás piensen de uno mismo. La persona perfeccionista suele ser muy crítica consigo misma y nunca se siente satisfecha del todo. Se concentra en todos los aspectos en los que falla, pero no en aquello que logra. Así mismo, tiende a experimentar toda tarea como una prueba que reflejará su competencia y valía ante sí mismo o los demás, por tanto, no es sorprendente que, en ocasiones, tenga una baja autoestima; la más pequeña crítica negativa será una evidencia de “lo poco que vale” y de lo lejos que está de alcanzar la perfección.

El perfeccionismo está presente en la mayoría de personas que padecen síntomas de ansiedad y estrés, actuando como factor de predisposición para estos problemas. La persona perfeccionista realiza cada tarea personalmente, le es difícil delegar, y nunca consideran que aquello que han hecho está suficientemente bien, siempre le falta algún detalle.

Este alto nivel de autoexigencia supone una presión constante en la vida. Ello, junto a otros factores de personalidad (hiper-responsabilidad, necesidad de control, baja autoestima, etc.) y eventos vitales (cambios de rutina, trabajo, discusiones, etc.), se convierte en un excelente caldo de cultivo para desarrollar ansiedad, estrés o estados de ánimos deprimidos.

Por ello, es importante conocer los rasgos más comunes relacionados con el “perfeccionismo”:

- Necesidad de Control: El perfeccionismo es un intento de conseguir el control de la vida diaria, que surge de la errónea convicción de que teniéndolo todo controlado, evitarán ser vulnerables a los cambios, a la inseguridad personal y al cuestionamiento de su conducta.

Dicha necesidad de control se plasma mediante conductas de organización y orden, meticulosidad, atención en los detalles, y una vida rutinaria sin lugar para el azar.

¿QUÉ SE PUEDE HACER?: exponerse repetidamente y de forma controlada a situaciones “imperfectas” que producen ansiedad, frustración o incomodidad, hasta que éstas dejen de ser un problema para el individuo, y saber establecer prioridades.


- Evitación: Los individuos perfeccionistas elevan tanto sus objetivos que involuntariamente los convierten en inalcanzables. Ello provoca que la persona se angustie y paralice también la consecución de objetivos más modestos.

La evitación puede llevarse a cabo mediante diferentes vías: postergar tareas, abandono prematuro de tareas, pensamientos inhibidores, incapacidad de abandonar una tarea, y lentitud en la revisión de cada detalle.

¿QUÉ SE PUEDE HACER?: combatir el aplazamiento de tareas dividiéndolas en sub-tareas más manejables, bajar el listón de las tareas que se desean conseguir, o establecer un tiempo límite para cada actividad, pasado el cual deberán abandonar la tarea.


- Preocupación e Indecisión: Algo de ansiedad y preocupación es fundamental para llevar a cabo las actividades. El problema radica en cuando esta ansiedad y preocupación es excesiva.

Algunos perfeccionistas tienen problemas de indecisión. El temor a perder lo que se quiere o simplemente la necesidad de no cambiar las cosas les impide decidirse. La indecisión y la duda suelen conducir a la infelicidad.

¿QUÉ SE PUEDE HACER?: “mover ficha” y empezar a tomar pequeñas decisiones del día a día, o usar la detención del pensamiento y cuando no se pueda dejar de dar vueltas a un pensamiento dar un golpe fuerte en la mesa y decir en voz alta “basta ya”.

En ocasiones, puede resultar muy difícil cambiar un estilo perfeccionista y el malestar generado supera el nivel “normal” de estrés, llegando a convertirse en síntomas de ansiedad o bajo estado anímico. En estos casos, lo más recomendable es recibir ayuda de un profesional especializado que pueda reconducir nuestros pensamientos, emociones y conductas, para aprender a interpretar la realidad de manera más adaptativa y conseguir así bienestar emocional.


Para más información:
CENTRO ITAE
902 100 006
www.centreitae.com
info@centreitae.com

2 comentarios:

  1. Me siento totalmente identificada!! Esto tiene solución??????

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  2. Anna, en efecto, el perfeccionismo es un rasgo de personalidad que en su justa medida es positivo pero que en extremos pasa a ser negativo, puesto que incita a una autocrítica destructiva y a una visión dicotómica (en blanco o negro, es decir en extremos) de la vida.

    Trabajamos a diario con personas excesivamente perfeccionistas y se trata de una dificultad con un abordaje efectivo.

    ¡Gracias por tu aportación!

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