Últimamente ha aumentado el
interés por lo que se ha llamado "psicología del bienestar subjetivo"
o “psicología de la felicidad". Últimamente, las investigaciones no se han
centrado tanto en saber qué factores influyen en los procesos depresivos o
ansiosos, y han ahondado más en revelar qué hace que una persona sea o se
sienta más feliz que otra. Desde la psicología se dan pautas que,
interiorizadas y llevadas a la práctica, pueden ayudar a una persona a sentirse
más feliz. Estas herramientas se basan en estar en paz con uno mismo,
esforzarse por conseguir unos objetivos, tener expectativas realistas, aceptar
que se puede “ganar” pero también “perder”. Es decir, que no hay felicidad
sin una buena digestión del fracaso, de cualquier fracaso. La lección es
que el bienestar depende tanto o más del proceso, que del resultado.

Precisamente el deporte es
una gran herramienta para interiorizar este mensaje de aceptación: disfrutar de
los momentos positivos y las emociones agradables, pero también saber tolerar
las dificultades y las emociones negativas que de ellas se desprenden.
Por otra parte, la práctica
del deporte o de cualquier actividad física se ha revelado como un camino
a la felicidad. Está demostrado que la práctica del deporte es buena para
mejorar la salud de nuestro cuerpo, pero no solamente el bienestar físico
mejora, sino que también su práctica aporta innumerables beneficios
psicológicos que no pueden pasarse por alto. Al realizar una actividad
física no solamente incidimos sobre nuestros músculos, sistema cardiovascular,
etc. Es mucho más lo que sucede en nuestro organismo, ya que cuando practicamos
deporte se desencadena todo un proceso químico en nuestro cuerpo que
interfiere directamente en nuestra psicología.
Al terminar de realizar cualquier
actividad deportiva solemos sentirnos satisfechos y experimentamos una
sensación de tranquilidad y alegría. Esta sensación no es algo que se produce
por azar, sino que tiene una explicación, ya que cuando sometemos a nuestros
músculos a un esfuerzo determinado, nuestro organismo libera una serie de
sustancias químicas: las conocidas endorfinas.
Estas sustancias químicas generan en nuestro organismo las siguientes
consecuencias a nivel psicológico:
v
Sensación de felicidad
v
Bienestar momentáneo
v
Placer
v
Euforia
v
Alivio del dolor
v
Reducción del nivel de estrés
v
Ayuda en ciertos procesos cognitivos, como por
ejemplo en la toma de decisiones.
Así mismo, además de los
beneficios en el estado de ánimo, no puede obviarse que si una persona se ve
mejor practicando deporte, se siente más saludable, con más energía, más
predispuesto a “enfrentar” el día a día, por tanto, también siente más seguridad
en sí mismo y de manera reactiva la autoestima mejora.
Algunos estudios indican estos
factores como los precursores del “enganche” (que no adicción) de algunas
personas con el deporte.
Dicho esto, es importante
entender el deporte como una herramienta que además de diversión, genera
felicidad y satisfacción, pero que llevado al extremo puede suponer riesgos,
físicos y psicológicos. Las consecuencias físicas negativas son evidentes si
una persona no está preparada para cierto nivel de intensidad o resistencia,
pero quizás las consecuencias negativas a nivel psicológico pasan más
inadvertidas.
El principal riesgo a nivel psíquico es obsesionarse con la
práctica del ejercicio físico y priorizarlo ante otras áreas vitales, incluso
la salud, o abandonando responsabilidades u otras actividades de ocio por el
hecho de realizar deporte.
Por tanto, parece evidente que la
práctica de deporte es esencial para tener una buena salud física y mental,
pero siempre desde una actitud coherente y, por tanto, saludable.
Cuentanos...
¿Sueles practicar deporte?
¿Eres
consciente de los beneficios psicológicos que te aporta?
¿Conoces algún caso en
el que la persona se haya obsesionado?
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