Paula
es una chica de 23 años que acude a la consulta de un psicólogo, manifestando
dificultades en sus relaciones sociales, especialmente con los chicos. En la
exploración del caso, la paciente refiere extrema vergüenza en relación a su
cuerpo, sobre todo con sus piernas, ya que cree que son demasiado delgadas. Explica
que siempre va con pantalones largos y evita en verano las piscinas y las
playas. Este “complejo” está tan presente en su vida que ha afectado en sus
relaciones de pareja, ya que al mantener relaciones sexuales, ella siempre ha
procurado taparse de alguna manera esa parte de su cuerpo, con los consecuentes
problemas que ello le ha podido acarrear, como inseguridad, falta de
concentración, falta de deseo sexual, relaciones sexuales poco satisfactorias,
e incluso la ruptura con sus parejas.
Tanto
su familia, como sus amigos, han intentado convencer a Paula de que su
“complejo” es exagerado, ya que objetivamente tiene unas piernas normales e
incluso bonitas, pero todos sus esfuerzos han sido en vano, porque la paciente
no puede deshacerse de esa obsesión.
El
caso de Paula es lo que se conoce como Trastorno Dismórfico o
Dismorfofobia, que es un trastorno mental, que se caracteriza por generar
una imagen distorsionada del propio cuerpo. Se le diagnostica a aquellas
personas que son extremadamente críticas con su cuerpo o imagen corporal, a
pesar del hecho de no tener un defecto o deformación que lo justifique.
Las
principales obsesiones están relacionadas con la piel, la cara, los genitales,
las arrugas, los dientes, el pecho, las nalgas, las cicatrices, la asimetría
facial, el vello facial, los labios, o la nariz.
Estas
preocupaciones en torno al cuerpo no son simples complejos como puede tener la
mayoría de la población, sino que se convierten en obsesiones
recurrentes (pensamientos intrusivos que la persona no puede evitar), que
fomentan las conductas de evitación, y la sintomatología
física de ansiedad si ven su cuerpo demasiado expuesto (inquietud
interna, hiperventilación, taquicardia, etc.).
En
cuanto a las conductas de evitación, pueden ser sutiles (evitar ciertas prendas
de ropa, evitar ir de compras con amigas, etc.), hasta llegar incluso al
aislamiento social, para no ser vistos y que su “fealdad” sea descubierta.
Consecuentemente, ello supone un deterioro significativo en la vida cotidiana
de quien lo sufre, afectando su rendimiento en el trabajo, en los estudios, en
las relaciones íntimas, y en general, en todas las interacciones
interpersonales de su vida. En los casos más graves, aparece también
sintomatología depresiva, e intentos de suicidio.
CAUSAS:
No
existe una única causa, y cada caso difiere en su desarrollo, pero las
investigaciones indican como posibles factores predisponentes y precipitantes
los siguientes:
- Factores biológicos.
- Experiencias pasadas y presentes, como haber sufrido
maltrato físico y psicológico, abusos sexuales, o abandono.
- Rasgos de personalidad
comunes: inseguridad, baja autoestima, rasgos obsesivos,
narcisistas, e hipocondríacos.
TRATAMIENTO:
La
mejor opción en cuanto a tratamiento eficaz, es la combinación de tratamiento
psiquiátrico y psicoterapia, aunque el uso de psicofármacos debe ser valorado
en cada caso. Los que mejor han demostrado su eficacia en la Dismorfofobia son
los antidepresivos ISRS (Inhibidores selectivos de la recaptación de la
serotonina).
En
cuanto a tratamientos psicológicos, la investigación demuestra
que la terapia con mejores resultados es la cognitivo-conductual,
así como el uso de EMDR si la persona presenta algún trauma
asociado al síntoma.
¿Te
sientes identificado con lo que has leído? ¿Presentas en algún grado síntomas
similares? Comparte con nosotros tu experiencia. En ITAE podemos
ayudarte a superar este trastorno, adquirir un mejor autoconcimiento, y así
mejorar tu calidad de vida, y tu bienestar emocional.
Me parece un articulo muy interesante.
ResponderEliminarEl EMDR es una técnica muy interesante e útil para este tipo de trastorno.
Gracias! Sí, el EMDR es una técnica muy eficaz que utilizamos con frecuencia.
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