La culpa y la maternidad...un tema que no se comprende en todo su espectro
hasta que se es madre…
La maternidad es un proceso maravilloso. Un hijo es verdaderamente una
alegría, una fuente inagotable de amor y de cariño y un redescubrimiento constante
del mundo que nos rodea, pero no todo es siempre tan idílico, también implica
muchísimo esfuerzo, paciencia y una dosis razonable de culpa….nos explicamos; la
culpa es una emoción que se nos activa cuando sentimos que estamos infringiendo
alguna ley interna, cuando sentimos que no estamos haciendo “lo correcto”. A
menudo nos encontramos con madres que, presas del estrés, no encuentran la
forma de tener un poco de tiempo libre...ni se lo plantean. Consideran que
dejar a su hijo y no estar a su lado para hacer cosas de índole personal no es
lícito (dirán que en teoría es lícito, y que admiran a las madres que son
capaces de hacerlo, pero ellas mismas no se lo permitirán). A menudo estas
madres explican que si deben ausentarse por alguna causa obligatoria (por
ejemplo, trabajar), no existe la culpa de una forma tan acusada...pero irse con
el fin de hacer un café con una amiga, ir al gimnasio, o irse a pasear…aquí es
donde aparece la culpa de forma tan virulenta que simplemente mantiene a estas
madres en la evitación y en la privación, privación de un precioso, terapéutico,
necesario y escaso tiempo personal en beneficio de hacer caso a su sentimiento
de culpa y así padecerlo menos… pero padeciendo más el cansancio, la
irritabilidad, la ansiedad y el estrés.
Todos estamos regidos por creencias que hemos ido gestando a través de
nuestra infancia, nuestros padres, dónde crecimos, las experiencias que
tuvimos, los mensajes que se nos dieron...y esas creencias que llevamos siempre
con nosotros, actúan en forma de brújulas que nos direccionan a hacer las cosas
de la manera que consideramos “correcta”. “Correcta” –entre comillas- porque
hablamos de un nivel muy subjetivo de corrección, el que está basado en
nuestras creencias más nucleares. Cuando se tiene preestablecido que “una madre
debe estar siempre ahí”, “una madre debe siempre velar por su hijo”, “una madre
siempre debe atenderle”...ese “siempre” hace que, de no atender con absoluta
fidelidad la premisa, una se convierta por ende en “mala madre”. La culpa juega
con nosotras de esta manera.
Cómo liberarnos de esa culpa? La culpa es paradójica; cuando más la
intentas compensar no haciendo o haciendo cosas para dejar de sentirte
culpable, más la vas manteniendo. Por ejemplo, una madre que nunca sale por no
sentirse culpable, ira manteniendo su sentimiento de culpa. Por el contrario,
cuando dejamos de actuar en función de la culpa, nos liberamos de ella. Es
importante recordar que cuando más “atendidas” estemos a nivel de cuidado
personal, por tener espacios propios, momentos para el descanso, o para ir a la
peluquería, o al cine, más recursos emocionales tendremos para atender mejor a
nuestros pequeños. Es decir, es importante encontrar los -muchas veces- escasos
momentos de los que se pueda disponer, y aprovecharlos para cuidarnos y darnos
un espacio. Sólo de esta manera tendremos un poco más de equilibrio y nos
liberaremos de la culpa.
Cuéntanos…
- ¿Eres madre y te sientes culpable
cuando vas a hacer algo para ti?
- ¿Eres madre y no sientes culpa para nada?
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