Como terapeutas tenemos el privilegio de acompañar a nuestros pacientes en
etapas de su vida. Tenemos el privilegio de presenciar sus emociones, sus
rincones más privados, sus momentos difíciles y sus momentos de fortaleza y
logro. Presenciamos dinámicas familiares, conflictos, resoluciones, subidas y
bajadas...y en todo el camino somos privilegiados por poder estar ahí y
acompañar a aquellas personas que con valentía, son capaces de coger aquello más
íntimo y doloroso y mostrárnoslo, para que aportemos luz. Somos privilegiados por ver como personas como
nosotros mismos, nos dan muestras de haber depositado en nosotros su confianza,
su esperanza y sus ganas de luchar. Es un privilegio poder contribuir de forma
positiva a la calidad de vida de las personas. Porque para poder hacer esta
contribución, una persona que siente, se emociona y padece como nosotros nos
escoge para hacer su no siempre fácil camino hacia el bienestar. Este post va
para nuestros pacientes. Por demostrarnos cada día su valentía, por estar
dispuestos a abrir sus “cajas de Pandora” con nosotros y por dejarnos
acompañarles en aquello más sumamente delicado. Y por dejarnos, así mismo,
presenciar sus éxitos, sus pasos hacia delante y sus avances.
Qué acto de valentía tan enorme el de nuestros pacientes! Sólo por sentarse
al otro lado de la mesa, ya están dando una lección. Gracias pacientes por
dejarnos ser testigos de vuestras vidas y darnos el tremendo privilegio de
acompañaros y guiaros en vuestro camino.
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